Un instrumento de las salinas en Casiodoro

Publicado el 21 de diciembre de 2021, 16:53

Epístola latina de Casiodoro en la que es citado un instrumento de las salinas llamado cylindrus en latín.  

Disfruto mucho, como sabéis bien, mis queridos lectores, localizando y leyendo en obras antiguas noticias de lo más diversas sobre la sal y la razón no es otra sino porque en un solo grano, dicen, se esconde todo un universo, lo que me permite degustar sabrosos viajes por todo el orbe de la tierra con el paladar de la mirada.
          Este condimento fue considerado "divino" por Homero, Platón, Plutarco y otros escritores de la Antigüedad clásica, pero hubo también quienes le dieron el apelativo de "oro blanco". El origen, sin embargo, de esta denominación no lo había conseguido documentar nunca. Por fortuna no hace mucho descubrí una epístola latina compuesta entre los años 537 y 538 por el político y escritor latino Casiodoro (en latín Magnus Aurelius Cassiodorus Senator, fundador del monasterio de Vivarium). En esta carta encontré por primera vez una comparación de la sal con el oro, que incluso la consideraba de mayor valor, aprecio y estima que el dorado metal.
         La epístola completa es de gran interés, porque en ella Casiodoro, en calidad de prefecto pretoriano, ordena que los tribunos de las costas apresten las naves para llevar vino y aceite desde la provincia de Istria a la corte de Ravena; habla de la navegación y describe las penalidades sufridas por los marineros, sobre todo en el trabajo de las salinas. Se dice además que en esta carta se aporta la primera noticia histórica sobre Venecia. Ahora, en cambio, quiero dirigir la atención al último parágrafo, que traduzco así:

"Toda vuestra atención está concentrada en las salinas. En lugar del arado o la hoz, hacéis rodar los rolínes ('cylindros'). De allí surge toda vuestra cosecha, cuando encontráis en ellas ese producto que no habéis fabricado. Allí se puede decir que se acuñó el dinero de vuestra subsistencia... En la búsqueda de oro puede haber alguien indiferente, pero no hay nadie que no desee encontrar sal, y con razón, ya que a ella se le debe que cualquier comida puede ser muy gustosa".

 

        Este pasaje de la obra de Casiodoro es muy interesante por dos razones: en primer lugar, porque en ella, como dije, se compara la sal con una moneda "de subsistencia", es decir, como una especie de vitualla y dinero para la vida y un sustento más necesario que el oro, de ahí que no haya nadie que no quiera tener y poseer una mina de sal o una salina marítima. En segundo lugar, esta epístola de Casiodoro despertó mi interés porque por primera vez también encontré allí citado un instrumento propio de las salinas, llamado cylindrus en latín.
         Vivo, como sabéis, en Cádiz, una apacible provincia española abundante en salinas tanto de interior, pero sobre todo marítimas. Por ello he visto más de una vez a los salineros trabajando en los tajos con el rastrillo o la pala (rastrum aut batillum), pero debo reconocer que nunca los había visto usando este tipo de cilindro que podéis contemplar en la imagen arriba adjuntada que encontré en un libro sobre las salinas de Canarias. Este utensilio, según parece, recibe diferentes nombres según las zonas de la tierra en las que se cultiva el "oro blanco", como, por ejemplo, en España, donde, también según la zona, se dice "rulo", "rodillo", "rolín", "aplastadora", "cilindro", si está hecho de cemento o piedra de molino, pues si es de madera, recibe otras denominaciones, como "pisón" o "maza", en cuyo caso, sin embargo, no tiene forma de cilindro, sino de martillo, aunque en ambos casos se usa como la pavícula romana, con la cual se apisonan y nivelan las eras, como Marco Porcio Catón antaño escribió al ilustrar su preparación (Tratado de agricultura 129):

"Haz de la siguiente manera la era donde se trilla el grano: cávese la tierra por menudo, espárzase bien alpechín y que lo embeba lo más posible. Desmenuza la tierra y allánala con el rodillo ('cylindro') o con el pisón ('pavicula'); cuando esté allanada, no la dañarán las hormigas y, cuando llueva, no habrá lodo".

 

       Este instrumento, según parece, sirve para preparar las eras no solo de tierra, sino también de sal. Nuestro romano gaditano Columela también describió con más detalle el modo de preparar la era en estos términos (Res rustica II 19, 1):

 

"También la era, si fuese terriza, con el fin de que esté bien dispuesta para Ia talla, debe rastrillarse primero, cavarse después, y regarse con alpechín libre de sal mezclado con paja, pues haciéndolo así el grano queda a salvo del pillaje de ratones y hormigas; entonces se nivelará y compactará mediante pisones ('paviculis') o una piedra de molino ('molari lapide'), y tras echar paja encima se volverá a apisonar y se dejará así que el sol la seque".

       Quizá penséis que no es importante saber y aprenderse los nombres tan numerosos de instrumentos pertenecientes a los diferentes oficios y que es suficiente, si acaso, con aprenderse dos o tres más representativos. Pero todo depende del oficio que desempeñéis, queridos lectores. Si Plinio el Viejo consideraba que "los seres humanos no podían vivir civilizadamente sin sal" y si para Cicerón no había nada más querido que "la posesión de sus salinas", que para él equivalía a la virtud romana de la urbanitas que conduce a la humanitas, por esta razón será necesario que nosotros, cultivadores de lenguas, y en especial de la latina, aprendamos bien y correctamente todos los instrumentos que pertenecen a los estudios humanísticos y a su cultivo, cuyos nombres ¿sabríais decirme, queridos lectores, cuáles y cómo son?

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